El Valor de la Educación
Si nos paramos a pensar en cuáles son los temas más relevantes para la evolución de la humanidad seguramente coincidiremos que la Educación es uno de ellos, si no el más importante de todos.
La Educación de calidad hace prosperar a las sociedades desde todos los ámbitos: desde actitudes como el civismo, la responsabilidad, el respeto y los valores (entre otros) hasta el conocimiento técnico que permite el desarrollo en las áreas profesionales como el funcionamiento de las instituciones, los sistemas de sanidad, el desarrollo económico, etc.
Es tal el caso que, para la mayoría de los países en desarrollo, la Educación se plantea como una prioridad nacional sabiendo que sin un buen sistema educativo es imposible lograr evolucionar como país en ninguno de los aspectos antes mencionados.
Por otro lado tenemos a las economías desarrolladas que gastan o invierten (no queda siempre claro cuál de los dos es) cantidades ingentes de fondos privados y públicos en aras de mejorar sus sistemas educativos como ventaja competitiva frente a otras naciones.
Sin embargo, ¿Qué ha venido ocurriendo con los sistemas educativos?
Cualquiera tendería a pensar que dado lo anterior la Educación es uno de los sistemas más evolucionados y mejorados de la historia o al menos de los últimos años. Sin embargo, si reflexionamos en detalle llegaremos desgraciadamente a la conclusión opuesta.
Más allá de pequeños cambios en algunas dinámicas en las aulas iniciadas hace pocos años en determinados países desarrollados, la verdadera praxis de cómo se sigue impartiendo conocimiento no ha variado sustancialmente desde al menos los Sumerios (aproximadamente 3,500 años A.C.).
Algunos lectores en estos momentos se pueden estar debatiendo entre la duda de si el autor del artículo (yo mismo) se encuentra bajo los efectos de algún medicamento o si es posible que mi conclusión pueda tener algo de cierto.
En la gran mayoría de los países la educación en las aulas a cualquier nivel (desde el primer año de colegio, pasando por la universidad y terminando en los estudios de postgrado) se continúa perpetuando el modelo según el cual un experto transmite conocimientos frente a un grupo de personas mediante la oratoria y con el apoyo de unos libros que detallan extensamente lo expuesto por dicho experto.
Este modelo prevaleciente a día de hoy es en esencia el mismo que se aplicaba en Sumeria, la antigua Grecia, el imperio Romano, etc, etc, etc.
Por otro lado, si comparamos cómo eran las sociedades y las vidas de las personas hace miles de años con la realidad de hoy en día veremos que el grado de desarrollo ha sido exponencial y que cualquier parecido sería ciencia ficción.
Alguien podría argumentar entonces que si la evolución de las sociedades ha sido tan importante debería deberse a que la educación habría mejorado de manera similar. Ante esto yo argumentaría que si bajo un modelo educativo poco evolucionado se ha logrado este nivel de desarrollo, ¿qué hubiera ocurrido si los sistemas de Educación hubieran avanzado a la misma velocidad que los cambios originados por esta? Pero aún más importante, tal vez si estos modelos hubieran realmente evolucionado, a día de hoy no habría tanta disparidad entre las sociedades de los países desarrollados y aquellos en vías de desarrollo.
Y ahora, … ¿qué?
Con los últimos avances tecnológicos y en su mayor parte desde iniciativas privadas como start-ups o grandes corporaciones tecnológicas (i.e. Google, Microsoft) posicionadas en el segmento de edtech (educación tecnológica) se está tratando de mejorar y/o potenciar determinados procesos de aprendizaje que se dan en las aulas o como complemento y refuerzo fuera de estas (ver El Futuro de la Educación Profesional).
Es de valorar sin duda el valor que estas compañías están introduciendo en los sistemas educativos de muchos países sin embargo el gran cambio de paradigma dependiente de los Gobiernos continúa siendo la gran asignatura pendiente.
Mientras los sistemas de Educación continúen anclados en modelos que perpetúan el desarrollo de alumnos autómatas quienes desde sus inicios escolares deben memorizar conceptos, ideas y hechos sin contar con la suficiente capacidad de entendimiento razonamiento, pensamiento crítico y la generación de ideas propias, cualquier iniciativa privada será de utilidad pero no dejará de ser un pequeño parche en una gran herida.
Es casi inexplicable como después de los increíbles avances durante las últimas décadas en materia de neurociencia donde se ha progresado exponencialmente en temas relativos al aprendizaje humano a lo largo de sus fases vitales, nada de esto está siendo realmente incorporado a los sistemas educativos de prácticamente ningún país.
Los planes de estudios, su jerarquía, su método de aplicación, el modelo de “única receta” para cualquier alumno, y la falta de dedicación prioritaria y extensa orientadas a despertar y potenciar las verdaderas capacidades cognitivas de los alumnos, hacen que los modelos actuales estén rotos y obsoletos.
Y ahora ¿qué? Ahora los Gobiernos de las principales economías del mundo continúan teniendo en su tejado la misma responsabilidad que hace cientos de años en relación al liderazgo sobre un cambio radical de los sistemas educativos a nivel global. El problema es que esto no es nuevo en sus agendas mientras que la experiencia nos ha demostrado su poco o ningún interés por avanzar en este sentido.
¿Será casual? ¿será por despiste? ¿será intencionado? Sea lo que sea, no es admisible que en el S XXI nuestros estudiantes asistan a clase como en la antigua Grecia con la salvedad de ir vestidos sin togas y en sandalias.
La libertad de cada ciudadano está directamente relacionada con la calidad de la Educación recibida y aprovechada; lo contrario conlleva a un mundo de autómatas subordinados a los Estado, Instituciones y Grandes Corporaciones.