Hace solo unas décadas, la toma de decisiones en las compañías se basaba casi enteramente en el criterio de los profesionales al mando, en sus años de experiencia y el “olfato” desarrollado a lo largo de cada uno de esos años. 

Podríamos decir que el uso de la data era mínimo y concluir que el mecanismo de toma de decisiones estaba aún en una fase muy inicial, dado que nuestras percepciones e intuiciones muchas veces pueden estar sesgadas o no ser enteramente imparciales. 

Toma de decisiones basada en data

Felizmente, desde hace unos años, el acceso a equipos móviles personales se ha masificado, permitiendo que cada uno de nosotros esté en línea mayor parte del tiempo; por no decir: todo el tiempo. 

Cada vez es más fácil hacer más cosas en línea: leer un artículo, dar una opinión, aportar a una comunidad, realizar una transferencia bancaria, comprar en línea, “googlear” un producto que cubra una necesidad en particular, contarle a amigos donde estuvimos, ver una película, etcétera, etcétera. 

Con cada actividad realizada en línea, cada uno de nosotros (los usuarios) crea un rastro de información segundo a segundo. Volúmenes impensables de data que señalan cuales son nuestros gustos y preferencias.

Así, con el fin de conocer mejor a sus usuarios y clientes, muchos negocios se han digitalizado, permitiendo a sus clientes acceder a sus servicios y productos de manera digital, y permitiéndose a sí mismos a acceder al rastro de información de cada uno de sus clientes. Dando así el primer paso a la toma de decisiones basada en la data. 

Sin embargo, la toma de decisiones basada en data aún se apoya mucho en el ser humano como motor principal de procesamiento de información. Básicamente porque a la fecha, lo principal para muchas compañías es ajustar sus procesos de TI con el fin de optimizar sus procesos de recopilación y gestión de datos. 

Luego, resumir los miles y miles de registros de información en algo apto para el consumo humano, es realizado por humanos en hojas de cálculo y/o herramientas de analitica que a posteriori permiten la toma de decisión. 

Como verán, el riesgo de ceder a la imparcialidad humana es aún muy alto dado que incluso los criterios con los cuales se resume la data son definidos por humanos y probablemente haya información valiosa obviada pues no fue vista por el ojo humano y por ende no se incluyó en el resumen. 

Así que, si bien la data puede mejorar nuestra toma de decisiones, necesitamos también de un motor cada vez más potente que nos ayude a procesar y sacar el máximo provecho de la misma y para eso nos apoyamos ahora en la Inteligencia Artificial (IA).  

Cómo la Inteligencia Artificial puede apoyar la toma de decisiones 

Entendamos entonces, qué es la inteligencia artificial y cómo puede potenciar la toma de decisiones corporativas.  

Uno de los campos que más se ha trabajado en el campo de Inteligencia Artificial es el de Aprendizaje Máquina. El objetivo de este es encontrar patrones y/o distribuciones en los miles de volúmenes de data recopilados para poder realizar predicciones y tomar decisiones. Como dije antes “resumir los miles y miles de registros de información en algo apto para el consumo humano”.

Al dejar este trabajo al sistema de IA, reducimos drásticamente  el riesgo de obviar información debido a imparcialidades y sesgos humanos o simplemente por la no obviedad de las relaciones existentes entre la data. Al sistema de IA no le importa si las distribuciones en su data son exponenciales, lineales, no lineales, binomiales etc.  El sistema identificará un patrón con la misma facilidad y tampoco le importará si le entregan miles o millones de registros. 

De esta manera, la explotación de la data recopilada es más rápida, barata y eficiente. Permitiendo que la toma de decisiones se haga con más consistencia y objetividad en la data y que además, las personas antes abocadas a resumir la data pueden dedicar su tiempo a actividades de mayor valor organizacional.